Los más de 77 millones de euros que pagó el Real Madrid por Zinedine Zidane en 2001 convirtieron al francés en el fichaje más caro de la historia del fútbol en aquel entonces. Se trataba no solo de una cifra estratosférica, sino de una cantidad de dinero considerada insultante para “un futbolista”.
Hubo que esperar ocho años para que Cristiano Ronaldo se convirtiera en el nuevo fichaje más caro: 80 millones de euros desembolsó el mismo club español para el traspaso del portugués desde el Manchester United. El día de la presentación acudieron 80 mil personas al mítico estadio Santiago Bernabéu, toda la una cifra récord. La venta de camisetas fue un éxito total y la inversión “retornó” en poco tiempo.
Por supuesto, estas cifras ya han sido superadas. En 2017 el París Saint Germain pagó 222 millones de euros por Neymar Jr., a partir de lo cual el mercado de fichajes se volvió más impredecible de lo que ya era. La compra y venta de futbolistas, los contratos con firmas deportivas, la publicidad, entre otras, han convertido al ‘Deporte Rey’ en uno de los negocios más rentables.
De hecho, se calcula que cada año el fútbol mueve 500 mil millones de dólares en todo el planeta, mucho más dinero del que mueven países desarrollados como Suiza o Bélgica. Y esta economía ha trascendido al terreno de lo social y hasta de lo político. El fútbol ha llegado hasta las culturas más recónditas del país. En todo el mundo hay hinchas de uno u otro equipo, ya no solamente de clubes locales. Es producto de la globalización del deporte más popular.
Todo indica que la tendencia continuará en aumento. En general, la práctica del deporte y de vida saludable ha ganado enteros en los últimos tiempos. De acuerdo con el portavoz de FITBOOK, Alejandro González, esta industria del deporte mantiene un crecimiento estable y las inversiones se superan año tras año. ‘’Ya en 2006 la Fifa reveló que 265 millones de personas en todo el mundo practicaban fútbol de manera regular, ya sea de manera profesional o amateur. A esta cifra hay que sumar a quienes no lo practican, pero lo siguen por televisión o asisten a los estadios’’, afirma González.
Y es que, si bien es cierto, la Fifa se ha encargado de posicionar el fútbol incluso en los lugares más remotos. De tal manera que, en el 2002 y el 2010 tuvimos el primer Mundial en tierras asiáticas y africanas, respectivamente. Y próximamente, tendremos la Copa del Mundo Qatar 2022, con un clima muy exigente para los futbolistas.
Los proyectos de aumentar los países participantes nacen con la expectativa de ofrecer a más naciones la oportunidad de ver a su selección en la gran cita; y por qué no, de aumentar los millonarios ingresos.
Por otra parte, los clubes cada año obtienen mejores ingresos por publicidad y derechos televisivos. Las principales firmas deportivas compiten palmo a palmo por auspiciar a los mejores clubes de todo el mundo, así como firmar contratos publicitarios con las próximas estrellas de la élite mundial. Y las grandes corporaciones también invierten millones de dólares para convertirse en patrocinadores cada temporada.
Hace algunos años la fiebre el fútbol llegó a tierras americanas y asiáticas. Clubes con gran presupuesto en Estados Unidos empezaron a fichar a jugadores europeos que buscaban nuevos retos en el ocaso de su carrera. Al mismo tiempo, en China los equipos compraban jugadores por grandes sumas de dinero. Aunque no se trata de ligas especialmente competitivas, los futbolistas no vieron con malos ojos los millonarios contratos.
México es otro ejemplo de la globalización del fútbol. Tenemos jugadores de distintas nacionalidades, incluso jugadores provenientes de Europa. La propia selección mexicana siempre tiene mejoras de contratos publicitarios y los futbolistas que emigran al exterior firman mejoras salariales año tras año.