Se estima que México podría fortalecer sus políticas para mejorar el bienestar de familias y niños. En este sentido, la ayuda pública en prestaciones y servicios a la familia es clave para:
- Movilizar el empleo femenino
- Reducir los riesgos de pobreza
- Promover el desarrollo infantil
- Mejorar la equidad de género
Actualmente, México gasta menos del 1% del PIB en apoyo para familias con niños y, junto con Chile y Corea, menos de la mitad del promedio de la OCDE de alrededor de 2.2% del PIB. Asimismo, el gasto público por niño es mucho menor que el promedio de la OCDE, en todas las etapas del ciclo de vida infantil. Según el promedio del gasto asignado en México a la primera infancia, se determina que es particularmente bajo como por ejemplo de 39,600 pesos por niño comparado con los 274,700 del promedio general.
Las tasa de participación de cuidado infantil entre niños menores de 3 años es considerablemente baja. Si vemos el cuadro a continuación, lo entenderemos aún mejor:
Gasto público acumulado por niño en 2007
A inicios de los años 2000, la tasa de pobreza infantil se redujo perceptiblemente en México, en parte debido a una extensión de programas sociales, por ejemplo “Oportunidades”.
Los esfuerzos para aumentar la cobertura de cuidado infantil (Programa de Estancias Infantiles para Apoyar a Madres Trabajadoras) y preescolar (implementando la obligatoriedad de la educación preescolar) se han traducido en mayores tasas de participación. Sin embargo, es posible hacer mucho más, dado que la tasa de cuidado infantil formal entre niños menores de 3 años sigue siendo considerablemente baja (6% comparado a un promedio de la OCDE de 31%).
Las diferencias de género en México, en cuánto al trabajo remunerado y no remunerado, se ubican entre las mayores de la OCDE. Las mujeres mexicanas pasan 4 horas más por día en trabajo no remunerado que los hombres. Los roles de género constituyen una barrera a las oportunidades económicas de México y de las mujeres mexicanas.
La potencialidad de México se basa en que la mayoría de la población está en edad laboral, aunque las tasas de fecundidad han disminuido a menos de la mitad de los niveles de 1970, y ahora están cerca del nivel de reemplazo (2.1 niños por mujer). Esto debe ser atendido por el Gobierno, apoyando a las familias trabajadoras con más apoyos para el cuidado infantil y mejores oportunidades de trabajo.