El índice de precios de los alimentos de la FAO se mantuvo prácticamente sin cambios en abril, con un promedio de 173.5 puntos, lo que supone un pequeño incremento respecto a marzo, y 2.7 por ciento más que en el mismo mes de 2017.
Los precios de los cereales y los productos lácteos continuaron su reciente tendencia alcista, mientras que los del azúcar siguieron bajando.
La FAO publicó también sus primeros pronósticos para la campaña comercial 2018/2019, y prevé una disminución de la producción y las reservas mundiales de cereales, que han estado ambas en niveles récord o casi récord.
Se espera que la producción mundial de cereales en 2018 baje hasta los dos mil 607 millones de toneladas, alrededor de 1.6 por ciento menos que la cosecha cercana al récord de 2017.
La disminución se debe principalmente a una contracción prevista en la producción de maíz, en especial en Estados Unidos.
El descenso de la producción de trigo obedece en gran parte a una reducción esperada en la Federación de Rusia, tras el resultado excepcional de un año atrás.
La FAO pronostica en forma tentativa un aumento del 1.3 por ciento en la producción mundial de arroz, para llegar a 510.6 millones de toneladas, estableciendo un nuevo récord, gracias sobre todo a la expansión de los cultivos en Asia.
En cuanto a la utilización de cereales, tanto para alimentos como para piensos, las previsiones de la FAO apuntan también a un máximo histórico de dos mil 626 millones de toneladas.
Esto refleja un aumento proyectado del 1.0 por ciento en la utilización mundial de arroz, del 0.8 por ciento en la de trigo y del 0.4 por ciento en los cereales secundarios.
Entre estos últimos se espera que el consumo de maíz aumente hasta en un 2.8 por ciento, marcando un nuevo récord con 615 millones de toneladas.
El mayor incremento interanual en la utilización de maíz para piensos se prevé en China y América del Sur.
Como resultado, la FAO espera que las existencias mundiales de cereales al final de las temporadas que terminan en 2019 disminuyan en un 2.7 por ciento y que el coeficiente entre las existencias mundiales de cereales y la utilización baje al 27.2 por ciento, por debajo del nivel máximo en 16 años del 28.8 por ciento alcanzado en 2017/2018, pero muy por encima del mínimo histórico del 20.4 por ciento registrado en 2007/2008.
El primer pronóstico de la FAO sobre el comercio internacional de cereales para el año en curso se cifra en 406 millones de toneladas, lo que implica un ligero descenso del 0.6 por ciento en comparación con el máximo histórico previsto para la temporada actual.
El índice de precios de los cereales de la FAO subió un 1.7 por ciento en abril -su cuarto aumento mensual consecutivo-, y está ahora un 15.4 por ciento por encima respecto a un año antes.
Los precios del trigo se vieron apoyados por el riesgo de la meteorología adversa en los Estados Unidos, mientras que la producción reducida por la sequía en Argentina y las menores plantaciones en Estados Unidos hicieron subir los precios internacionales del maíz. Igualmente hubo un incremento de los precios del arroz.
El índice de precios de los productos lácteos de la FAO aumentó un 3.4 por ciento con respecto a marzo, lo que refleja la fuerte demanda de todos los productos lácteos y los temores sobre las disponibilidades de exportación en Nueva Zelanda.
¿Qué mide el índice de precios de los alimentos de la FAO?
Mide las variaciones mensuales en los precios internacionales de cinco grupos principales de alimentos básicos.
Otros tres subíndices de precios de la FAO experimentaron descensos en abril: el de los precios de los aceites vegetales disminuyó un 1.4 por ciento en relación a marzo, mientras que el de precios de la carne cayó un 0.9 por ciento.
El índice de precios del azúcar bajó en abril 4.8 por ciento con respecto al mes anterior, continuando un declive que comenzó en diciembre pasado y promediando un 24 por ciento menos que en abril de 2017.
Los precios más bajos fueron reflejo de un exceso de oferta alentada por producciones récord de azúcar en Tailandia y la India -el segundo mayor productor mundial-, así como la depreciación del real, la moneda de Brasil, el mayor productor del mundo.